Por Karla Gutiérrez Delgado
CONTENIDO
- ¿Qué es el síndrome del impostor?
- ¿Cómo sé que puedo ser YO?
- ¿Cómo le gano al Impostor?
El reconocimiento personal y profesional, debería ser una sensación placentera, algo que nos de satisfacción o una señal clara de que hicimos algo bien. A veces hasta dependiendo de quién te diga un cumplido, debería tener más fuerza y quizá hasta debería ser de presumir entre tus compañeros de equipo o festejar con tus seres más allegados.
Pero ¿qué pasa si por más que te hayas esforzado por lograr algo, o por más felicitaciones y reconocimientos que has tenido, sientes que no hiciste lo mejor que pudiste? ¿Qué tal que, aunque seas el o la trabajadora del mes, no te sientes suficiente como para merecer el bono o el incremento de sueldo?
Mi estimado o mi estimada… Si tienes este tipo de pensamientos, muy probablemente estás siendo víctima del síndrome del impostor.
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¿Qué es el síndrome del impostor?
Es importante hacer la distinción de que, aunque muchas personas lo tienen, no es un trastorno, sino un fenómeno psicológico.
La característica principal, es sentir la inseguridad de que lo logrado profesionalmente no es un mérito tuyo, sino que es un error, o una equivocación o un engaño de tu imagen que sin querer generaste en otros.
La expresión fue creada en primer lugar por Pauline Clance y Suzanne Imes en 1978. Estas mujeres publicaron el artículo: El fenómeno del impostor en mujeres de alto rendimiento: dinámica e intervención terapéutica (‘The imposter phenomenon in high achieving women: Dynamics and therapeutic intervention’), en el que se entrevistaron a 150 mujeres de alto rendimiento y que habían sido reconocidas formalmente por su excelencia profesional, a lo que ellas creían que era solo suerte o exageración de sus logros.
Lamentablemente, como se empieza a observar en el discurso, el síndrome del impostor es más frecuente en mujeres que en hombres, y no, no es hereditario. Nuestra cultura ha venido arrastrando ciertas creencias y conductas sociales que simplemente lo refuerzan. Por ejemplo:
De inicio, es muy difícil que una mujer alcance un puesto directivo, (exceptuando quizá áreas administrativas como contabilidad o capital humano), ahora piensa en el esfuerzo por mantenerlo en pié, por conservar una imagen profesional, por hacerse escuchar entre voces de líderes hombres y por cuidar también los roles que se juegan fuera de la vida Godín, como ser mamá, hija, pareja, etc., toda esta presión se puede volver inseguridad para una misma, desconfianza y cuestionamiento en la capacidad profesional.
Los hombres obviamente no están exentos, ni los más jóvenes son más propensos por su poca experiencia en el mundo laboral. Todos podemos sentirnos presionados, dudar de nuestras capacidades, sentirnos evidenciados o expuestos por compañeros o jefes, cuestionar lo que sabemos, sorprendernos y no creer nuestros logros personales, etc. Sin embargo, podemos responder a estas situaciones aparentando que no están ahí los fastidiosos pensamientos rumiantes de impostor acompañándonos en cada paso, pero no… que hagamos como que no existe, no los elimina, ni los hace menos fuertes.
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¿Cómo sé que puedo ser yo?
Las situaciones mencionadas aquí arriba, pueden parecer de lo más cotidiano, incluso puede ser que todas las personas hayan experimentado (o en algún momento lo harán) la inseguridad de “estar haciendo las cosas mal” al menos una vez en la vida, pero ¿cómo saber si tú tienes el síndrome del impostor? Aquí te van algunas de las creencias y conductas más significativas:
- Piensas que eres una persona con suerte; que realmente no te esfuerzas lo suficiente o no haces mucho para merecer lo que tienes.
- Tu autoimagen no es muy amable, pues dudas de tus capacidades, por lo que tu autoestima se ve vulnerada.
- Se te complica decir que no, “porque necesitas hacer más de lo que ya has hecho”.
- Tienes conductas de perfeccionismo, por ejemplo, revisar más de una vez algo antes de entregarlo, y aún así te quedas con dudas.
- Agotamiento físico y mental por “sobre pensar” y en ocasiones “hacer en exceso”.
- Pensar que alguien tarde o temprano sabrá que no eres tan talentoso o talentosa y que lo que tienes no es por tus méritos, así que sientes constantemente que les estas mintiendo.
- Te cuesta trabajo recibir halagos o felicitaciones.
- Probablemente eres el o la clásica compañera de trabajo que puede ayudar a otros, pero jamás aceptará los méritos correspondientes.
- Tiendes a aislarte; así no tienes que escuchar lo que sea que contradiga tus creencias de que “haces las cosas mal”.
- Uno de tus más grandes miedos, es el fracaso.
Si te identificaste con casi todos los puntos, ya sabes lo que significa… pero ¡calma! el 62% de los empleados de todo el mundo también lo hicieron, ¿y ahora? Te dejamos algunas recomendaciones que seguro te ayudarán a sobrellevarlo y poco a poco desaparecer al impostor:
¿Cómo le gano al impostor?
- No estás solo/sola. Este tal impostor puede hacer que la pases horrible. Intenta encontrar a alguien de tu confianza que pueda guiarte y confrontarte cuando tus pensamientos te nublen la razón.
- Ahora que ya sabes por qué vienen estos pensamientos a ti, y que no eres al único o a la única que le está pasando lo mismo, ¡hazte de aliados! Personas que te apoyen a darle fuerza a la realidad, más que a la imaginación. “Dos cabezas piensan mejor que una”.
- Rescata los hechos y descarta los pensamientos irracionales, las ideas o escenarios que no pasaron.
- Usa tus rasgos TOC o perfeccionistas a tu favor. Si de los hechos rescatados en el punto anterior, verdaderamente hay algo en lo que puedas seguir desarrollándote, ¡a darle! Ojo; siempre con objetivos realistas.
- Realiza constantemente introspección, pero comparte y externa lo que vas aprendiendo. Este punto te ayuda a aceptar lo que estás sintiendo, a validar lo que sabes y haces y a guiar a las personas que pueden estar pasando por lo mismo.
- Analiza (pero no en exceso) el contexto para que encuentres las posibles causas del porqué estás pasando por el síndrome del impostor. No es que tengas un defecto de fábrica, muchas veces sólo necesitas alejarte un poco del problema para que te des cuenta de que quizá sólo estás atravesando un cambio importante, o que te estás adaptando a un nuevo empleo o a nuevas responsabilidades, a un espacio distinto o a muchas personas más de las que habías tratado antes.
- Cada que puedas haz retrospectiva y reconoce tus avances. Nadie mejor que tú sabe lo que has pasado y lo que has crecido, ¡apláudete de vez en siempre! Esto también va a pasar.
- Ten presente que como seres humanos no somos perfectos, por lo que es 100% probable que en algún momento nos equivoquemos, ¡ni modo! Pero eso no significa que TODO en la vida lo haga mal, o que NADA NUNCA será suficiente.
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